Era de noche y no podía dormir. Sucedía, porque el nocturno de la
melancolía estaba presionando a mi espíritu. El insomnio, vino a su marcha con
horrenda depresión. Así que tuve que ir al fondo del universo.
Pasadas las horas, reaparecí en un espacio de exagerada vacuidad. Allá
en estío, me vi con una sola desgana. La pesadez era muy fuerte. Se paseó luego
la dolencia por mi carne, mientras surgía una sombra toda fantasmal, salía de
un cementerio.
En ilación, ella vino fugazmente a mi presencia demacrada. Sola, era
como una mujer negra. Yo desnudaba la podredumbre de su ánimo facial. La
visión, claro que fue maléfica para mí. Saberla así de crápula; frente al otro
espejo del mundo, me puso más que decaído. Por estos defectos, la existencia se
me revolvió entre un grito desgarrador.
Sobre lo creciente, no podía soportar la emanación embrujadora suya.
Era muy densa, provocaba pesadez. Sin embargo, ya conocía su energía. Cuando
ella venía a mi claustro, podía percibirla con horror. Siempre que tenía
ocasión, expandía todos sus fluidos por los vacíos para intentar asesinarme.
Menos mal, yo la entreveía y conseguía huir de sus garras cegadoras.
Así que por lo tormentosa, yo tomé ayer la decisión de ir al fondo del
abismo. Estuve por allá donde viven los otros seres inmortales. Todo estaba
desequilibrado. Se reflejaba la miseria. Sólo había crueldad. Cuando al poco
tiempo, yo la advertí a ella, vi correr su ser espiritual junto a su pobre
lobreguez. Desde su posición agónica; se supo furiosa, apenas reconoció mi cuerpo. Entonces, se me aproximó con furia
y evocó unas maldiciones, luego trató de empujarme al vidrio de la perversión,
quiso hacerlo con recelos.
Aunque lo luchó, no pudo conmigo. Por precavido, puse atención a su
figura oscura. Para lo otro virtuoso; la esquivé a ella y de golpe cobré mi
justa venganza, la quemé con mis manos, la purifiqué por su bien.
En cuanto volvió la madrugada, yo me despedí del mundo pecador.
Rusvelt Nivia Castellanos
Comunicador social y
Comunicador social y
artista colombiano
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