jueves, 30 de marzo de 2017

LA AVALANCHA NO PUDO Y SÍ LA CORRUPCIÓN

La corrupción no da tregua. En nuestro departamento del Tolima, rico en flora, fauna y minerales, hace más de treinta años se creó el serpentario de Armero, existiendo en esa época un convenio con la Universidad Nacional para sintetizar suero antiofídico. Y pueden creer que de la avalancha que borró a Armero del mapa, milagrosamente este se salvó. Pero no para la actual administración de la alcaldía de Armero –Guayabal. Después de la avalancha el serpentario fue manejado con un desgreño administrativo impresionante, como toda cosa pública.
Al ver esta situación un egresado de la universidad del Tolima cuyo conocimiento en esta disciplina es altamente calificada, pactó con el municipio un programa. Como sus recursos eran precarios, puso a funcionar un bus adaptado para exhibir las diferentes especies de ofidios existentes, con consentimiento de la alcaldía. El bus recorrió parte del territorio nacional y a la vez se iba creando un documental, con el producido de las entradas se sostenía el serpentario, cuya sede seguía en el sitio donde fue fundado.
El programa marchaba viento en popa, pero al señor alcalde de Armero-Guayabal, supuestamente se le vino la idea que quienes se habían hecho cargo del serpentario, se estaban superenriqueciendo, e inmediatamente pidió su coima para poder seguir con el convenio.
Indignados los autores del programa, personas de reconocida reputación y honestidad, prefirieron trasladar, hace aproximadamente seis meses el serpentario a la vereda de Rioancho corregimiento de Palomino, municipio de Dibuya, departamento de la Guajira, bajo el cuidado de Carlos Fernández, conocido en la región cariñósamente como “Cayito”, quién a la vez ha recolectado otras especies, entre las que sobresale un caimán albino.                                                                    
José Roosevelt Nivia
Maestro de Matemáticas y
artista colombiano

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