jueves, 30 de marzo de 2017

DEL MINICUENTO EN TIEMPOS DE ESCLAVITUD

Demasiadas obras concluyen
mucho después del final.
Igor Stravinsky

En verdad, nosotros debemos saberlo, los hombres y mujeres todavía vivimos en un mundo demencial. Evidentemente, pasan y repasan las noches infinitas ante nuestras vistas y nosotros de incrédulos, seguimos metidos en pequeños laberintos. Sin concierto aquí, los objetos se nos vuelcan al revés, las deshoras las sufrimos en cavernas, nos perdemos en la vacuidad y mal nos esforzamos por permanecer en la inanición superflua.
Para lo otro indiscutible, la mayoría de la gente, hoy no cree en lo maravilloso. Como acabose descomunal, son pocos los lectores quienes se arriesgan a estudiar libros clásicos. Más muy cierto, son demasiadas las personas sin fortuna, que no leen nada. Y esta crisis mental, sucede porque las personas iletradas en su vida social, dicen gritar que los libros los enloquece a ellos, si constantemente se ponen a examinarlos.
 En medio de esta ignorancia, por tanto, devienen variados fracasos para esta gente atormentada. Nomás ahora en la modernidad, los civiles mantienen a cada momento estresados, trabajando a solas en sus máquinas cuadráticas. Sobre lo rabioso, nadie aspira a sacar más de una tarde para irse a un parque y crear relatos en estado de tranquilidad. En decrecimiento, los compatriotas permanecen enfermos con sus codicias efímeras. Por este defecto, pocos seres viven el divertimento, debido a ser más indispensable el dinero con la riqueza, que hasta la misma vida humana. Decaídos y sin paz, ellos van con la mentalidad hipnótica, sin ir despiertos con la magia de las ilusiones. Igual a lo patético, la gente casi no visita las bibliotecas ni por equivocación. Es este horror el más común, que uno descubre en las ciudades sin futuro.
Aunque bueno, pese al desorden cultural de nuestra humanidad, resurge el aludido minicuento y perdura este regenerado en la infinitud, porque pudo haber existido en otras fantasías, aparte de haber evolucionado como el dinosaurio.
En cuanto a su función como texto, lo intuyo igual a un ser luminoso, que logra desdoblarse en pocas palabras, cuando decide obrarlo un escritor artístico. Así es que aquí rebulle la naturaleza de su alma y es en la brevedad. Este regenerado como lo escribiría Rafael Pombo, vive además en una narración fugaz, donde la ficción acaba por ser su eternidad. De este modo, su cuerpo es como un mutante, que puede variar de colores, según el imaginario pensado por el creador. En sí, se pude relatar la historia, contándola desde una información novedosa, con la crónica o con el reportaje, también puede realizarse desde el cuento y hasta con la poesía. Por esta razón, su lirismo escritural, se parece a un mutante de arcoíris. A renacimiento, cada vez mejor, puede tomar el minicuento las estructuras textuales cualesquiera existentes, para luego moldearlas con los personajes de la realidad mágica.
Entonces claro, por esta desesperación mundial, sabida entre los ciudadanos, prevalece entre los escritores la necesidad por crear escritos breves y minicuentos. Este revoltoso de la literatura, bien ahora se ha vuelto más popular que nunca antes, por ser infalible cuando es realizado con artística, mediante la literalidad fugaz.
Además de todo, hoy se origina tal particularidad, porque la gente obcecada, vive metida en los espejismos del capitalismo, fuera de que reincide en su estresante rutina, permanece ocupada de frente al computador. Debido a esta realidad, los individuos casi no sacan tiempo para las lecturas fantásticas ni mucho menos para apreciar las bellas artes. Ellos mantienen es perdidos en los laberintos de su desconcierto. Igual por supuesto, todavía son pocos los seres pensantes, quienes con felicidad, resuelven salirse del mundo para meterse en la magnitud de las maravillas. Más como consecuencia, reaparecen los conflictos sociales en las metrópolis, se presencian las luchas por lo banal, todas alborotadas en desorden y entonces como reacción opositora, sobresale este duende del cuento, dispuesto a darle ingenio a los alienados mentales.
Ante estas novedades, ahora claro y por cierto, se parece el minicuento más a un libertador que al rey de la antigüedad. Desde su identidad irónica y también de genialidad, pasa a convertirse este regenerado en un insurgente heroico. Evidentemente, su misterio embrujado, tiende a quitar la demencia de los hombres, para darle luz a sus mentes. De lleno, las verdades están en sus letras irisadas y las exactitudes residen en toda su creación contundente.    
Entre tanto, por estos tiempos de caos, aquí donde los pobres trabajan como esclavos, debe darse con inminencia a estos hombres, libros con historias breves, para que ellos lean en sus despachos esta literatura y también cuando están encerrados en sus casas, aparte de que repasen los minicuentos, durante las diferentes épocas de sus vidas. De hecho con estas lecturas, ellos cada vez más se ilustran junto a lo cultural, igual van desvelando este inframundo entre las narraciones ficcionales.
Y por supuesto, si los minicuentos son bien pensados, uno pasa a los soles surrealistas. Con intuición, se empiezan a ver los otros lados espejados donde moran los fantasmas. Por las obras leídas, se va creyendo en la realidad increíble, uno desvela de a poco con lo escritural, lo maravilloso. De por cierto, Violeta Rojo, plantea este ideal: El género del minicuento es entonces indiscutiblemente narrativo, sólo que se vincula simultáneamente con otros géneros, como la fábula, el poema en prosa, anécdotas y demás, aunque con ninguno de ellos se une en una total propiedad.
Ahora bien, lo propuesto por Violeta, parece tener una gran claridad. Ella expresa con certeza la concepción del minicuento. En esencia, muestra que este género es unívoco, que posee su propia composición. De hecho, una vez obrado en arte, se ilumina su creación en complejidad.
Y entre la fantasía, para los literatos, pasa este regenerado a ser de imaginarios perpetuos.    

Rusvelt Nivia Castellanos
Comunicador social y
periodista colombiano

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