En la ciudad, vivía el honorable senador
macondiano, Ratanio Leyes, quién fue invitado para que pronunciara el discurso
de despedida al sacerdote, sin embargo como todo senador de la república, por
andar cometiendo las fechorías propias de lo que él, creía era lo correcto, se
tardaba en llegar.
El viejo cura, para disimular la tardanza
del politiquero, aceptó y concedió pronunciar algunas palabras, para evitar el
murmullo y desespero que empezaba a surgir entre los asistentes:
-Queridos ciudadanos, me ha sorprendido el
día de hoy con tan noble acto, donde se han hecho presentes todas las
autoridades civiles y militares del municipio, así como los alumnos con sus
bandas de guerra y demás colegios del municipio. Al presente, bien como
novedad, les contaré una anécdota sobre la idea equivocada, que recién llegado
al municipio, me hice de su gente. Desafortunadamente, mi primera impresión de
la parroquia, la tuve durante la primera confesión, que me tocó escuchar. Pensé
que el obispo me había enviado a un lugar terrible, ya que la primera persona
en confesarse, me dijo que de niño había robado un televisor, que había robado
dinero a sus papás en su juventud y también dijo haber robado en la empresa
donde trabajaba. De hecho, por su vida pública, desfalcó al estado como
senador, además de tener aventuras sexuales con cuanta secretaria había
servido, para sus trampas, incluyendo la esposa del presidente del congreso,
pecados que consideré terribles. También en ocasiones, se dedicaba a tener
nexos de negocios con narcotraficantes y paramilitares. Yo entonces claro,
quedé asombrado, asustadísimo. Aunque por suerte, cuando transcurrió un tiempo,
fui conociendo más gente y vi que todos no eran malos. Luego vi una parroquia
llena de gente responsable, con valores, comprometida con su fe. Y desde
aquella época hasta hoy, he compartido con todos ustedes los treinta y cinco
años más maravillosos de mi sacerdocio.
Justamente en ese momento llegó el senador
y de inmediato el curita le cedió la palabra. El recién llegado, pidió
enseguida disculpas por llegar tarde y empezó a hablar diciendo:
-Nunca voy a olvidar el primer día que
llegó el Padre Calixto a nuestra Parroquia, pues yo tuve el honor de ser el
primero que se confesó con él.
José Nivia Montoya
Maestro de Matemáticas y
artista
colombiano