En principio; sobre todo, la creación del cuento es una
invención compleja. El literato debe ser muy laborioso si desea realizar el
escrito con perfección. Ciertamente, requiere esta composición artística de
dedicación, hay que ser orfebres del lenguaje. Cuando narramos la anécdota, toca
ponerle las palabras precisas a la historia. De a poco, cabe formar la
significación sobre una propia surrealidad, para irle dando el imaginario
explícito. Además conviene mostrar los acontecimientos de trascendencia con
creatividad y pertinente sintetizar las descripciones superfluas, prefiriendo
mantener así concienzudamente, lo comprensible. En tanto, por este sentido, la
ficción irá saliendo bien.
De recíproca concordancia, importante es que
lo relatado sea verosímil para desarrollar el equilibrio dramático con eficacia,
que en sí, cada ocurrencia tenga coherencia durante toda la narración. Pues
provocar este procedimiento, le da mayor uniformidad al cuento. En crescendo,
siempre que haya cuidado lo escritural, seguirá surgiendo una obra
sobresaliente.
Ya respecto a la trama; corresponde
principalmente idear un conflicto o por lo menos, debe plasmarse una situación
impactante, generadora de asombros. De lo contrario, perderá fuerza la
representación fantástica. A lo más posible, quedarán flojas y débiles las
argumentaciones, vertidas en el papel. Así que mejor, poner momentos intrigantes
o percances compulsivos, traumáticos, que generen emociones en el lector.
De por cierto, tal como dice, Gabriel García
Márquez: “La intensidad y la unidad interna son esenciales en un cuento. Por lo
mismo, cuando uno acaba de leer un cuento puede imaginarse lo que se le ocurra
del antes y el después, y todo eso seguirá siendo parte de la materia y la
magia de lo que se leyó en el cuento”.
Así bien; para el escritor, lo más valeroso es
tender una narración sugestiva, provista de pulsiones con historicidad. A
ingenio, debe él contar los hechos de relevancia sobre genialidad. Y ahí,
realzar a los protagonistas y desenvolverlos en una apropiada época. Conformemente
a lo progresivo, ir compactando el drama. De acuerdo a como forma su creación;
propio que encauce los personajes, perspicazmente particularizarlos en lo
abstracto, trascendental que los encuentre a ellos y los implique en su
dimensión, ya sea por medio de una eventualidad o una fantasía.
En cuanto a lo próximo, cabe pensar el
principio de conformidad con la urdimbre y el final revelado. Pues lo más
propicio es hacerlo de manera minuciosa. De hecho le pertenece al cuentista,
preocuparse por el juego de la temporalidad histórica. A lo escritural, hay que
saber combinar toda la cuentística. Cada suscitación prosaica, toca definirla y
fusionarla con los sucesos figurativos. Las cosas puestas, fijarlas con una
juiciosa proposición. De por sí, que se conciba el cuento como un todo obrado.
A propósito, Julio Cortázar plantea: “Un cuento es significativo cuando quiebra
sus propios límites con esa explosión de energía espiritual que ilumina
bruscamente algo que va mucho más allá de la modesta anécdota que cuenta”.
Entonces a uno como literato, le concierne
revisar el escrito durante varios días y noches para volverlo artístico. De
consecuencia y por lo fraguado, quedará genial el cuento para el lector.
Rusvelt Nivia Castellanos
Comunicador social y
periodista colombiano
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